..lo que creo que debemos entender gobernantes y gobernados es que el problema del bloqueo de carreteras y puentes no es un problema social, sino, delincuencial y perverso que atenta flagrantemente contra la sociedad y la economía, por tanto la respuesta debe ser a la medida de su naturaleza.
Durante diez días hemos sido
testigos de un bloqueo de la frontera con Argentina tan absurdo como perverso,
donde supuestamente más de mil personas, que se dedican al tráfico ilegal de
mercancías en lo que se conoce como contrabando hormiga camuflado como tráfico
fronterizo, paralizaron la zona. Hablamos de los Señores Bagalleros.
El objetivo del
bloqueo tanto del puente internacional como de la vía férrea era estrangular la
formalidad de las importaciones de maíz, trigo y harina que realizan tanto la
industria como importadores legalmente establecidos quienes pagan sus tributos
aduaneros y sustentan los cada vez menos empleos formales y que además generan
alimentos para todos los bolivianos. Esto es un atentado a la legalidad y
preocupa aun más la pasividad con la que se encara el problema queriendo jugar
al cansancio de los bloqueadores sin ver el enorme perjuicio que se causa a la
economía del país.
Es aún más penoso ver la desesperación de los sacrificados exportadores
bolivianos de bananos, palmitos y otros productos que se exportan a la
Argentina quienes en diez días de bloqueo han tenido que sopesar la perdida de
productos, el incumplimiento de entregas, el encarecimiento de sus costos y el
deterioro de su confiabilidad como proveedores de un mercado tan exigente como
competitivo como es el mercado argentino. La pregunta es quien resarce los
daños de diez días de bloqueo, y la respuesta es obvia, nadie.
El problema es que los
Señores Bagalleros quieren que además de la franquicia que ya se tiene para el tráfico
fronterizo, se le permita realizar Despacho de Menor Cuantía (hasta USD 3500)
sin el pago de aranceles y sin permiso sanitario, sin el cumplimiento de las
formalidades que se exige a las industrias e importadores habituales.
Finalmente, lo que
creo que debemos entender gobernantes y gobernados es que el problema del
bloqueo de carreteras y puentes no es un problema social, sino, delincuencial y
perverso que atenta flagrantemente contra la sociedad y la economía, por tanto
la respuesta debe ser a la medida de su naturaleza. El supuesto problema social
que origina el acto delincuencial de bloquear es harina de otro costal, y
responsabilidad de a quien le toque.
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